sábado, 17 de octubre de 2009

Nuestros anuncios publicitarios



Siempre escuché, como nuestra política criticó la sociedad de consumo. Obviamente, una sociedad que se caracteriza por el consumo masivo de bienes y servicios, disponibles gracias a la producción masiva, no puede ser un modelo para Cuba, debido a los tan bajos niveles de producción que se alcanzan; aunque nuestras noticias digan lo contrario.

Quizás, ésta fue la oportunidad para que el Estado totalitario cubano, haya aprovechado la brecha y promocione su política e ideología, a través de los inmensos carteles publicitarios que con tanto amor, preparan nuestros diseñadores gráficos y que cada cubano puede observar cuando camina por la ciudad. Ni siquiera existe la posibilidad de anunciar nuestra añorada pasta perla, el jabón batey o nácar, el shampoo Fiesta o el desodorante Sport y…, nada más, sin embargo, creo que lo mas grave, no está en las imágenes que podemos observar en estos anuncios, sino, en el mensaje ilusorio que tratan de hacernos llegar éstos animados diseñadores estatales, escribiendo frases totalmente contrarias a lo que estamos viviendo.

Para que me entiendan, he tomado algunos de estos anuncios publicitarios políticos que mi país expone en las calles, y aprovechando el uso de la tecnología los he modificado de la manera que es interpretado por nuestros compatriotas de la isla.

viernes, 16 de octubre de 2009

Mis primeros 5 años

Cinco puede ser un numero, tambien son los 5 días laborales que tiene una semana, ó las 5 puntas de la estrella de nuestra bandera cubana, ó son 5 los espías cubanos sorprendidos in fraganti en los EEUU, ó los 5 dedos de mi mano, pero esta vez son 5 años viviendo en libertad y aprovecho para contarles como viví esas primeras horas en que decidí desertar de una conferencia fuera de Cuba.

Era un 25 de septiembre cuando salí para no regresar. Allí quedó la otra mitad de mi vida; mi familia, a los que sólo pude dejar al lado de sus nombres el apellido de un padre que paga un alto preció porque algún día puedan vivir como merece cualquier ser humano.

Nunca voy a olvidar aquella edad de la inocencia, cuando vi a mis hijos por ultima vez. Una semana antes, juntos nos sentamos a conversar y fue entonces que logré unir en aquella conversación de familia la reunión donde asistiría Papá, pero que esta vez se quedaba en un país desconocido y muy lejos. El menor de mis tesoros; Javier sólo pedía juguetes y que regresara bien rápido, mientras que el mayor; Roly Junior, un poco mas conciente me miraba como quien dudaba de mi regreso o de la esperanza de volver a estar juntos alguna otra vez en la vida, fue entonces que mirando sus ojos le dije que a Papa le ofrecerían un buen trabajo que aceptaría con el objetivo de mejorar nuestros niveles de vida. Recuerdo que solamente habían pasado 25 días del inicio de clases y mis hijos habían comenzado el curso escolar sin haberles podido comprar zapatos y mochilas.

Llegaba el 25 de septiembre y recuerdo la madrugada cuando salí del solar donde vivía alquilado en plena calzada 10 de octubre; La Habana, pegado a la empresa comercializadora de carnes TAURO (por supuesto en dolares), era como mirar por ultima vez aquel solar apuntalado, mi bañito colectivo, las aguas albañales corriendo por todo el pasillo como cascadas, eso fue lo ultimo que vi. Ya entrando a la terminal aérea No. 3 de la Habana, comenzaba a respirar aires de cambios. Mirar para atrás era volver a estar en el vacío. Llegan las 7.45 hrs y siento esa cosquilla en mi estomago que tanto me recordaba mi infancia en Los Caballitos, aquel único parque para niños en Nueva Gerona, donde mis padres me llevaban y yo disfrutaba las vueltas en el avioncito, esta vez era uno grande y de verdad, uno que me sacaba definitivamente de mi tierra.

Lo ultimo que vi, fue la ciudad de La Habana, no olvido la imagen de la Plaza Cívica vista desde lo alto, y a donde recurrimos muchas veces para aplaudir al dictador, pero era la ultima vez, ya que a partir de ese día mi vida se torno en un cambio mayor a 360 grados…, casi 19 horas cuando llegaba la hora de aterrizar en mi segunda tierra, Paraguay el corazón de Sudamérica.

Comenzaba mi nueva vida, como el niño que sonríe y comienza sus primeros pasos, pero nunca olvidando mi seres queridos atrapados en una hermosa Isla convertida en la prisión de los cubanos. Paraguay, un país del tercer mundo y esperaba llegar a la miseria, muertos por todos lados, el hambre acabando con 6 millones de personas, era lo que pensaba encontrar, sin embargo, tuve mi primera lección en encontrarme algo diferente a lo que me comentaban en Cuba a cada rato y me doy cuenta que si los paises en este mundo clasifica en países del primero y tercero, no sabría entonces definir en que lugar estaba Cuba, quizás porque para nuestra Isla, con el sistema político - social que impera no quedaba lugar.

Sinceramente deliraba y no lo creía, pero me quedaba un paso por dar; separarme de los cubanos que viajaron conmigo, los que sólo pensaban en incrementar sus dividendos a costa de sus viáticos para ver que sorpresas compraban para dar algo de alegría a sus familiares en Cuba, sin embargo, nunca imaginaron que la mayor sorpresa, fue mi desaparición del hotel. Contacté con dos amigos paraguayos conocidos en un evento en La Habana sobre Auditoría Gubernamental, los que me sacaron del hotel la noche del 30 de setiembre mientras mis compatriotas preparaban sus equipajes llenos de pacotillas listas para el consumo (y como se critica en Cuba la sociedad de consumo)… ese día, a las 12 de la noche, yo salía en busca de mi propia identidad…ahora voy a ser yo, -me decía-, basta de aplausos al dictador, basta de reuniones, marchas, desfiles, brigadas violentas, domingos de defensa, conferencias, etc. etc. etc… y es así como comencé a ver la vida de un modo diferente al que me enseñaron en Cuba.

Estas experiencias me hicieron creer en lo que ya venía pensando desde hacía algún tiempo atrás; la manipulación de nuestras mentes en hacernos creer en que la razón está allí. Hoy con 5 años de libertad, puedo pensar sin que nadie me diga como pensar, puedo hablar sin que nadie me diga que decir, caminar sin que me diga el camino que tomar y sobre todas las cosas poner mi capacidad en función de lo que o quiero y deseo en el futuro; para mi y mi familia.

Para terminar por esta vez, les cuento una anécdota que jamás podré olvidar y fue cuando tomé mi primer taxis en el Paraguay:

Yo: ¡Buen día!, ¿ para donde vas ?
Chofer: Voy a donde tu quieras ir, sos el cliente y trabajo para usted.

Sinceramente amigos, se siente la diferencia.